Están disponibles ipcm® Ibérica n. 24 e ipcm® LatinoAmérica n. 36

Date: 10/11/2021
Autore: Redazione
Categorie: ipcm

Las revistas para la industria de los tratamientos superficiales y acabados orgánicos e inorgánicos dirigidas al mercado español y portugués.

Cuando se habla de sostenibilidad en el sector de la pintura, normalmente nos centramos en la parte química (que sin duda supone una gran ayuda para reducir el impacto ambiental de las operaciones de acabado, gracias a pinturas al agua, polvos con baja temperatura de polimerización y productos de pretratamiento que se activan en frío o a temperaturas más bajas), o bien en la parte de instalaciones: innovaciones técnicas, dispositivos avanzados de control y monitoreo, sistemas de recuperación y reutilización del calor, del agua y del aire, por citar solo algunos ejemplos.

Sin embargo, siempre descuidamos un factor clave a la hora de iniciar los trámites para la transformación ecológica de una actividad productiva, es decir, el factor humano. Si las personas no están convencidas de querer ser sostenibles y no emprenden acciones para reducir su impacto ambiental, no solo en el ámbito industrial, sino también en el ámbito civil, cotidiano, todo será inútil.

Por eso mismo, cuando hablamos de pintura, lo primero que hay que preguntarse no es qué inversiones realizar para que el proceso de pintura sea sostenible, sino si sabemos utilizar bien la instalación, aprovechando a fondo sus prestaciones y con la mayor optimización posible.

La eficiencia – y, por tanto, la sostenibilidad – se obtiene sobre todo empleando adecuadamente la instalación de pintura.

Es resabido que la fase de pintura es una de las que más energía gasta de todo el proceso productivo. Tanto si es la cabina de aplicación la que absorbe la mayor cantidad de energía, como ocurre en las líneas de pintura de vehículos, como si son el túnel de pretratamiento y el horno, como es el caso de las líneas de recubrimiento con polvo, la pintura siempre se ha considerado una de las fases de mayor impacto ambiental.

Para atenuar este impacto, es necesario que los usuarios de las instalaciones aprendan a gestionarlas con mayor conciencia medioambiental y que no se centren solamente en la elección de las instalaciones o de los productos: por ejemplo, encendiendo el horno solo cuando sea efectivamente necesario y no cuando se enciende el resto de la línea; optimizando la suspensión de las piezas y, por tanto, la densidad de carga; evitando el despilfarro de material.

Lo que necesitamos es cultura industrial y formación de los profesionales enfocada hacia la sostenibilidad: operadores que sean conscientes de cuáles son las inversiones necesarias para reducir el impacto ambiental, pero que también sepan cuáles son los procedimientos operativos más eficientes. Para ello, es oportuno seguir los cursos de formación técnica existentes a nivel europeo que forman a profesionales capaces de organizar y gestionar las actividades industriales del acabado.

Por ejemplo, el curso “Técnico de Procesos de Acabado Industrial de Superficies” creado y promovido por ipcm®_Academy que expide un certificado de capacitación válido a nivel europeo.

Solo de este modo el ciclo de pintura podrá contribuir a alcanzar los objetivos de mitigación del cambio climático que, justo mientras escribo estas líneas, se están debatiendo en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima que se está celebrando en Glasgow.

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